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Una codiciada experta en patología criminal, Charlie regularmente se encuentra cara a cara con los locos. Obsesionada con aprender qué hace a los monstruos humanos cometer crímenes terribles, Charlie desea un poco más de la vida, sin duda porque cuando tenía 16 sobrevivió por sí misma a la matanza de un asesino serial: un hombre que masacró a la familia de la mejor amiga de Charlie, Holly, y luego dejó el cuerpo de la chica en una costa, una semana después.

Por la informacion que Charlie le dio a la policía, el Asesino de la Costa se ocultó. Ella se guardó para sí misma las espeluznantes visiones post-mortem de Holly y su madre. E incluso años más tarde, sabiendo que su contacto con fantasmas puede socavar su credibilidad como una experta psicológica, Charlie no le dice a nadie sobre las visitas que recibe del mundo espiritual.

Ahora el todo-muy-apuesto agente del FBI Tony Bartoli le dice a Charlie que una adolescente está desaparecida y su familia fue masacrada. Bartoli sospecha que luego de 15 años, el Asesino de la Costa —o un enfermo imitador con su M.O. (Modus Operandi)— está de regreso. El tiempo se hace corto para una chica inocente secuestrada y Bartoli suplica la ayuda de Charlie.

Este es el caso al que Charlie no se debería acercar. Pero ella también sabe que quizás sea la única persona en el mundo que pueda detener a este viciado asesino. Para Charlie —cuyo bien parecido disfraza un mundo de pena, vulnerabilidad y potentes dones psíquicos— una cacería frenética de un loco pronto se convierte en una compleja prueba de astucia, pasiones y secretos.
Ayudando a la Dra. Stone en su misión por atrapar al loco, una presencia fantasmal con malas intenciones: el ardiente espíritu de un seductor chico malo Michael Garland, se rehúsa a ser ignorado, aunque en su juego del gato y el ratón los dos podrían perder su corazón.

La Dra. Charlotte Stone ve lo que otros no. Y ella ve al Asesino de la Costa viniendo por ella.